2009. “BIODANZA PARA UNAS RELACIONES DE GÉNERO MÁS JUSTAS, IGUALITARIAS Y SALUDABLES”. ANA LAPEÑA TORRECILLAS Y MIRIAM SOLIVA BERNARDO

PRESENTACIÓN
Ana Lapeña Torrecillas y Miriam Soliva Bernardo, son especialistas en
temas de género, cooperación para el desarrollo, mediación social intercultural
y salud integral.
Desde hace más de 10 años trabajan en intervención social con diversos
colectivos de atención, centrándose especialmente en el colectivo de mujeres:
mujeres en riesgo social, con discapacidad, de origen extranjero, mayores,
jóvenes, adolescentes, etc.
Actualmente, desarrollan conjuntamente un programa financiado por la
Consejería de Empleo y Mujer de la Comunidad de Madrid para favorecer
unas Relaciones de Género más Justas, Saludables e Igualitarias con las socias
y usuarias del Centro Cultural de la Mujer de Lucero, del distrito de Latina.
En este programa, Biodanza es aplicada como metodología de intervención
grupal que promueve la reeducación afectiva, la mejora de las relaciones y
vínculos personales y la salud biopsicosocial de las usuarias y socias de dicho
Centro-Asociación, mujeres mayores mayoritariamente y de mediana edad.
Conscientes de la utilidad de esta herramienta para poner en marcha
proyectos y programas de índole psicosocial, y habida cuenta de las dificultades
que presentan los y las facilitadoras de Biodanza para conocer el lenguaje de
formulación de proyectos, nuestra monografía pretende facilitar este proceso
mediante la presentación de:

  • Un marco teórico dónde se presenta una visión de la salud de las mujeres
    desde una perspectiva de género.
  • Los pliegues técnicos del Proyecto “Biodanza para unas relaciones de
    Género más Justas, Saludables e Igualitarias”, realizado para la
    Consejería de Empleo y Mujer de la Comunidad de Madrid.
  • La Memoria de Actividades.
  • Una Evaluación cualitativa que sirva de modelo para desarrollar futuros
    trabajos de esta índole, con material fotográfico.
  • El folleto realizado para la difusión de la actividad.
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    MARCO TEÓRICO: LA SALUD DE LAS MUJERES DESDE LA PERSPECTIVA DE
    GÉNERO Y LA BIODANZA
    Debido a las desigualdades de género, las mujeres y los hombres no
    tienen las mismas oportunidades ni posibilidades de acceder a los recursos que
    les posibilitan alcanzar y mantener un bienestar personal.
    En la sociedad, la discriminación de las mujeres en distintas situaciones
    ha estado invisibilizada, ya que el escaso valor y reconocimiento que se le ha
    otorgado al género femenino ha estado legitimado socialmente, a la vez que se
    ha interiorizado por las propias mujeres. Sin embargo, las desigualdades de
    género tienen consecuencias importantes en la salud de las mujeres. La
    feminidad se contruye en un medio social, que imparte modelos ideales de
    género. La estructura de la subjetividad como mujer se va construyendo a
    través de los mensajes de género.
    Los mandatos de género hacen que las mujeres tiendan a ejercer
    distintos roles en su vida cotidiana a menudo contradictorios, lo que conlleva un
    desgaste psíquico importante.
    El rol tradicional de las mujeres, todavía hoy en vigencia, supone la
    anteposición del bienestar de los demás al suyo propio, siendo abnegadas
    cuidadoras y reproduciendo el rol maternal en otras relaciones. Las mujeres
    viven con frecuencia a través de los demás, a menudo personas de referencia. La
    valoración de una misma pasa por los logros de estas personas, ya sean hijos e
    hijas, parejas, madre, padre, etc. Dentro de los valores asociados a la feminidad
    están las relaciones de dependencia hacia otros, lo que a menudo suele llevar a
    las mujeres a sentirse incompletas si no están en pareja o a mantener relaciones
    insatisfactorias por el miedo a estar solas.
    Un factor que influye en el malestar de las mujeres es la importancia que
    se le otorga al cuerpo femenino. Por ello la construcción de la identidad como
    mujer depende en gran medida de la imagen corporal y de su capacidad
    reproductiva. Ambos ideales sociales, ser bella, joven y atractiva y ser madre,
    son interiorizados por las mujeres, lo que puede conducir a sentir poco valor
    hacia una misma sino se es o no se desea ser madre, o si no se siente o no se
    quiere representar el ideal social de mujer deseada por otros.
    Los estereotipos asociados al género por los que una mujer es en relación
    a los demás, (es sumisa, dependiente, abnegada, cariñosa, dócil, etc.) está en
    contradicción con el ideal actual por el cual las mujeres deben estar
    cualificadas, tener un buen empleo, ser independientes, tener éxito económico,
    ser atractiva, sexualmente activa, joven, etc. La interiorización de estos
    mandatos culturales conducen a una sobrecarga de roles en la mujeres, quienes
    con frecuencia ven cuestionada su identidad como mujer al no poder responder
    a todos esos papeles sociales a la vez.
    De este modo las mujeres deben afrontar las exigencias de la sociedad en
    cuanto al cumplimiento de múltiples papeles, a menudo contradictorios entre sí,
    lo que favorece el malestar físico, psíquico y social.
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    Llamamos malestar de las mujeres a aquellas dolencias en las que el
    género femenino presenta mayor prevalencia, debido a que encuentran su origen
    en los modos diferenciales y desiguales en los que nos socializamos mujeres y
    hombres. El padecer malestar, como cualquier patrón de salud, dependerá de
    factores biológicos (por ejemplo, predisposiciones genéticas), factores sociales
    (valores asociados al género, de los modelos de feminidad existentes en cada
    cultura), y factores psicológicos (la interiorización y la vivencia de los roles
    asociados al género).
    Por medio de síntomas se expresa una situación de desigualdad social
    entre los sexos. Los síntomas son diversos, pueden ser psíquicos o físicos, sin
    que exista una causa orgánica que los explique. De esta manera se expresa un
    bloqueo emocional que se puede presentar en la clínica a modo de demanda
    sanitaria.
    Ante condiciones adversas cada persona afronta dicha realidad de forma
    diferente y singular. Aunque la manera de expresar el malestar, si bien es
    siempre subjetiva cuenta con signos objetivos y observables como son todo un
    abanico de demandas sanitarias. Síntomas psicosomáticos pueden ser las
    lumbalgias, cefaleas, trastornos gastrointestinales, tensión premenstrual,
    dermatitis, dolores musculoesqueléticos, cansancio crónico… De manera
    inconsciente pueden expresarse a través del cuerpo conflictos que no se
    pueden verbalizar o elaborar.
    La perspectiva médica tradicional centrada en la enfermedad
    contribuye a mantener mitos y creencias falsas como que las mujeres gozan de
    un mejor estado de salud. Si bien las mujeres cuentan con una mayor esperanza
    de vida que los hombres, presentan mayor incidencia en trastornos agudos y
    crónicos y mayores tasas de incapacidad. Un claro ejemplo es la prevalencia de
    depresión en mujeres, significativamente mayor que en hombres. Existen
    numerosos datos que avalan esta afirmación, pero la mayoría hacen referencia a
    la naturaleza femenina (depresión post-parto, síndrome del nido vacío…) como
    causa de la diferencia entre mujeres y varones. Sin embargo, desde un análisis
    de género, la diferencia que existe tiene que ver con las desigualdades de
    género y sus roles asociados y la interiorización de esos modelos por parte de las
    mujeres.
    Es evidente que La distinta forma en que nos socializamos mujeres y
    hombres, incide en las maneras de enfermar, de vivir la salud y de expresar el
    malestar.
    Desde esta necesidad constatada consideramos que las propuestas de
    danzas, movimientos y ceremonias de encuentro desarrolladas por la Biodanza y
    la Educación Biocéntrica, contienen los elementos necesarios para trabajar la
    construcción de la subjetividad de las mujeres, modificar actitudes conscientes
    e inconscientes que atentan contra su propia salud e ir desarrollando recursos y
    herramientas para mejorar las funciones del vínculo con el otro y la otra desde
    una posición de igualdad, respeto y no violencia

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